El primer examen de la historia: Así estaba diseñado

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Así fue el primer examen de la historia

Todas las actividades que el hombre realiza tienen un origen, las pruebas académicas no son una excepción. El primer examen de la historia nació con el propósito de suavizar las reglas de acceso al núcleo de la burocracia. Con la historia de los exámenes da inicio la meritocracia, fenómeno que continúa al día de hoy moldeando una parte de nuestro destino.

No es fácil imaginar cómo sería nuestra vida académica sin la aplicación de los exámenes. Las evaluaciones escolares nos han acompañado en todas nuestras etapas y, tal parece, que han formado parte de la humanidad desde el nacimiento de la civilización.

Cada una de las actividades de los seres humanos tienen un origen y, aunque no es fácil determinar con seguridad cuál fue el primer examen de la historia, el historiador Peter K. Bol encontró lo que parece ser el antepasado de todos los exámenes contemporáneos.

Este investigador estadunidense (quien ha dedicado gran parte de su vida al estudio del continente asiático) publicó en 1990 un artículo titulado The Sung Examination System and the Shih. En él se detalla el porqué a los exámenes imperiales chinos se les considera no sólo la primera evaluación escrita de la historia sino la precursora del Garokao, el examen más difícil del mundo actual.

Muchas son las personas que se paralizan ante la idea de presentar un examen, pero, en realidad, las evaluaciones, certificaciones y exámenes de ingreso son la vía más segura para ampliar nuestras oportunidades en la vida. El mundo oriental fue el primer territorio del globo en intercambiar el privilegio por el mérito; los exámenes escritos se convirtieron en medios a través de los cuales las castas más humildes tenían la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida.

Antes de la implementación del primer examen de la historia, el acceso a los cargos políticos estaba reservado únicamente a la aristocracia; la oportunidad de ocupar cargos públicos sólo podía ser aprovechada por los habitantes nacidos dentro de las clases privilegiadas.

Hoy en día, el concepto de la meritocracia (sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales) forma parte de nuestro pensamiento cultural; sin embargo, fue necesario que la China feudal pusiera en práctica las teorías del filósofo Confucio antes de que el resto del mundo descubriera las bondades de las evaluaciones escritas.

La cuna del primer examen de la historia

LOS ANTIGUOS EXÁMENES IMPERIALES CHINOS

Muchos siglos antes de que las pruebas intelectuales dominaran la manera en cómo se califican las habilidades de un candidato, existió un país oriental de gran extensión territorial en cuyos dominios nacería, por primera vez, la idea de implementar un método efectivo para determinar si una persona era capaz de desarrollar alguna tarea específica.

El concepto de país no se conocía aun cuando fue instaurado, por primera vez en la historia, el filtro de selección de candidatos a través de una prueba escrita y oral. El lugar donde comenzaría la competencia interminable entre aspirantes y rechazados fue en la China Imperial.

Bajo el poderío de la dinastía Han, el emperador Wudi — séptimo y último emperador de esta dinastía — decidió moderar los privilegios de la clase aristocrática. Durante su reinado, Wudi consideró oportuno abrir las fronteras de la burocracia China e instauró un innovador proceso de selección que permitiría a todos los habitantes de la China Imperial aspirar a cargos dentro de la burocracia.

El mandato del emperador Liu Che — verdadero nombre de este gobernante — tuvo una duración de 57 años. No se conoce con certeza el año en el que fue aplicado el primer examen de la historia; sin embargo, es sorprendente saber que la era cristiana (periodo de la historia marcado por el nacimiento de Jesús) no había iniciado todavía cuando los primeros aspirantes al examen imperial ya estaban afilando sus lápices.

Aun si la idea original del primer examen de la historia fue concebida a finales de la dinastía Han, el sistema de exámenes imperiales no consiguió imponerse con fuerza en la China feudal sino hasta la llegada de la dinastía Sui. Actualmente los historiadores consideran al año 605 d.C. como el inicio de una tradición académica que sobreviviría hasta el siglo XX.

Requisitos para presentar el examen KEJU

El sistema de exámenes imperiales se mantuvo vigente por más de un milenio. Dentro de este periodo de tiempo muchas dinastías se sucedieron unas a otras, por lo que los requisitos que cada emperador imponía a los aspirantes fueron adaptándose de acuerdo la visión que los gobernantes tenían sobre su imperio. Los requisitos básicos, sin embargo, permanecieron inalterables con cada generación.

En teoría, la convocatoria de los KEJU o exámenes imperiales estaba abierta a todos los ciudadanos, pero los requisitos prohibían la participación de un gran número de posibles candidatos. En gran parte de la historia de la humanidad, las mujeres han sido excluidas de los sectores educativos, la China feudal no mostró intenciones de romper con está tradición y decidió mantener a las hijas, esposas y hermanas del imperio al margen de este proceso de selección.

La esclavitud en China no fue abolida sino hasta comienzos del siglo XX. Durante los más de 1200 años que permaneció vigente el sistema de exámenes imperiales, la trata de personas dentro y fuera del país también estaba permitida. Los esclavos conformaban una clase social de la cual no era posible escapar a través de la educación (o por ningún otro método). Así pues, a las mujeres se les unían los esclavos de la China feudal como parte del grupo de la población que no conocerían jamás la estructura del KEJU.

El KEJU se extendió temporalmente por más de un milenio, en este periodo de tiempo China fue gobernada por 8 diferentes dinastías. Los hijos de los comerciantes y de los actores no siempre tenían la oportunidad de participar en este proceso. Algunos emperadores prohibieron el ascenso a la burocracia de estos grupos. La lista de los ciudadanos que nunca serían candidatos al KEJU incluía también a los hijos de los padres cuyo oficio fuera considerado indigno por parte del imperio. Si tu familia regentaba un burdel, por ejemplo, sólo tus tataranietos serían los primeros en disfrutar de los privilegios de la educación.

Los candidatos que aprobaban el primer examen de la historia portaban esta vestimenta.
Vestimenta de los candidatos que lograban aprobar los 6 exámenes del sistema imperial.

En cuanto a la edad, el KEJU aceptaba entre sus filas a todos aquellos habitantes mayores de 15 años. Una vez concluida tu educación clásica, el imperio consideraba que habías alcanzado la edad suficiente para presentar el primer examen de la historia. En la actualidad, algunas instituciones limitan la participación de los aspirantes que sobrepasan cierto número de años, ésta restricción no era tomada en cuenta a la hora de presentar un KEJU.

La dificultad del primer examen de la historia era tan severa que un gran número de candidatos presentaban este examen una y otra vez a lo largo de toda su vida. No podía existir, por lo tanto, un límite de edad entre los aspirantes. Se sabe que algunos candidatos de 80 años de edad terminaban por conseguir, después de toda una vida de intentos, aprobar alguno de los exámenes.

LAS GUÍAS DE ESTUDIO DEL PRIMER EXAMEN DE LA HISTORIA

Confucio es considerado el padre del primer examen de la historia.
CONFUCIO, FILÓSOFO Y PENSADOR NACIDO EN EL AÑO 550 a.C

El filósofo Confucio sentó, través de sus numerosas obras, las bases de lo que sería el sistema educativo del gran imperio chino. Este antiguo pensador nació en una era previa al cristianismo; no obstante, su influencia marcó la vida de miles de jóvenes y adultos aspirantes al primer examen de la historia.

La filosofía política y social de Confucio influenció la civilización china durante más de 2000 años. Para este célebre escritor, la política debía obedecer los preceptos de la moral; por lo que el imperio consideraba necesario que sus obras constituyeran el principal (y prácticamente el único) material de estudio de los próximos funcionarios del territorio chino.

La educación que Confucio recibió cuando era miembro de la aristocracia le procuró una gran fama como profesor, muchos campesinos acudían a él para recibir una instrucción que hasta ese momento era completamente inalcanzable para las clases más bajas de la sociedad. El espíritu de los exámenes imperiales se estaba comenzando a formar entonces.

Las guías de estudio del primer examen de la historia eran nada menos que el compendio de obras que Confucio dejó en herencia. Los jóvenes aspirantes necesitaban aprender de memoria los libros del filósofo, los cuales, en su totalidad, sumaban más de 400 000 caracteres. O al menos fue de esta manera en el inicio.

Las próximas dinastías exigirían a los candidatos, además de la recitación y reproducción gráfica de los libros, la composición de una serie de ensayos cuya temática se adaptaría de acuerdo al tipo de examen que estuvieras presentado. En los exámenes de Palacio, por ejemplo (el último examen al cual se enfrentaban los aspirantes), el emperador en persona sería el encargado de revisar la composición de los aspirantes.

A penas le tomaba un poco de tiempo al emperador conocer a los candidatos más perseverantes ya que, la complejidad de los 6 exámenes del sistema imperial reducía el número de graduados a un selecto número de futuros funcionarios. Para conseguir llegar hasta la presencia del emperador, los aspirantes debían probar su perseverancia, su memoria, su resistencia física y su integridad a lo largo de toda su vida.

LA COMPLEJIDAD DE LOS EXÁMENES IMPERIALES

El primer examen de la historia fue aplicado en estas celdas.
El Museo del primer examen de la historia muestra los turistas las celdas dentro de las cuales era aplicado el Examen de Provincia.
Los aspirantes al primer examen de la historia debían vencer la incomodidad y el mal tiempo de septiembre.
Las reglas del Examen de Provincia era muy estrictas. Los aspirantes sólo tenían permitido abandonar una sola vez sus estancias.

El conocimiento que se debía poseer para aprobar el KEJU no sólo aumentaba en cada una de las versiones del examen, las relaciones que los candidatos mantenían con los examinadores y vigilantes se volvían más severas dado que los aspirantes podían convertirse en los superiores de éstos últimos; aumentaba, ademas, el riesgo de ser condenado a muerte o declarado enemigo de la dinastía. Por fortuna, esto sólo sucedía en caso de comprobársele al aspirante una trampa o un intento de soborno.

Los 6 exámenes que conformaban el canon de las evaluaciones imperiales ponían a prueba a los aspirantes incluso a través de su resistencia a la inclemencia de los tiempos de septiembre (periodo en el que se celebraban estas pruebas). Un famoso refrán chino expresa con exactitud la dificultad de las evaluaciones de la China feudal:

«Para aprobar un examen hace falta la voluntad de un dragón, la fuerza de una mula, la insensibilidad de una carcoma y la resistencia de un camello«.

De los 6 exámenes imperiales que existían, el Examen de la Provincia es el que ha conseguido pasar a la historia por la hostilidad de sus condiciones. Este filtro de selección era aplicado cada tres años, durante el cual los aspirantes se reunirían en tres fechas distintas para hacer exhibición de su memoria y su capacidad de razonamiento.

Los estudiantes que deseaban aprobar el Examen de la Provincia debían reunirse en la sede señalada durante 3 días y dos noches. Las celdas (como se muestra en las imágenes) fueron diseñadas de manera que sólo el candidato y su escritorio pudieran ocupar la plaza. Los objetos con los que podían ingresar los aspirantes eran los siguientes: tinta, pinceles, hojas, agua, comida, velas, cobija y un orinal. Éste último objeto era de vital importancia ya que las reglas internas del examen establecían que abandonar la celda de trabajo era considerado una infracción.

A través de las preguntas del primer examen de la historia, la fidelidad del estudiante a la dinastía podía ser puesta a prueba. Ciertas faltas de ortografía eran sinónimo de insulto al emperador; entonces el aspirante era suspendido de la prueba y, en ocasiones, no se le permitía presentar el mismo examen en futuras ocasiones. Con el fin de comprobar la autenticidad de su evaluación, el candidato estaba obligado a rescribir de memoria todo aquello que había redactado en el primer día.

Así lucía el primer examen de la historia
Así era el aspecto del primer examen de la historia.

Era necesario que los poemas y las redacciones solicitadas en el primer examen de la historia respetaran las reglas de métrica y rima de la dinastía reinante. No había ningún tipo de concesiones con respecto a esta regla.

Los trazos de los caracteres chinos debían ser impecables. Para esta tarea, el imperio contaba con un grupo de examinadores cuya función era la inspección minuciosa de los textos. Estos funcionarios estaban capacitados para detectar errores en los márgenes, espacios innecesarios en blanco o caracteres erróneos.

Entre las sanciones más comunes se encontraban aquellas que sugerían la intención de una trampa o un soborno, por ejemplo: hablar, murmurar, mirar a otro compañero, abandonar la celda, intercambiar la celda o intercambiar los papeles incluso.

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